Por: Manuel
Guerra
Nuevamente,
como en las mejores épocas del fujimontesinismo, asistimos a una ofensiva de la
derecha cavernaria contra nuestro Partido. Los métodos son conocidos: la
fábrica de los servicios de inteligencia elabora una sarta de mentiras para
desacreditar a Patria Roja, y toda esa basura es desaguada por determinados
medios de comunicación, entre los que destacan Diario El Comercio (Perú) ,
Diario Correo, Diario Expreso, @Perú 21, el programa de Cecilia Valenzuela,
entre otros. Todos ellos compiten por demostrar quién es más cavernario, más
cínico, más retrógrado, más mentiroso o más voluntarioso para defender con
malas artes los intereses del gran capital.
La
comparsa mediática sabe que lo que propalan son mentiras, que lo que destilan
no es objetividad ni ética periodística, sino un odio visceral. Pero no les
interesa. Su objetivo es demonizar a Patria Roja, atemorizar a la gente,
hacerles creer que somos una especie de monstruos a los que hay que aislar y
reprimir sin compasión. Porque esta derecha troglodita quiere sangre. Sueña con
un país de vasallos donde la gente sufra sus penurias sin quejarse, y como esto
no sucede, como la gente sale a reclamar por sus derechos, defender al país y
sus recursos, entonces hay que poner mano dura, meter bala, reprimir salvajemente.
Y para justificar ese desenfreno, nada mejor que colocar a Patria Roja como el
chivo expiatorio.
Naturalmente
que Patria Roja se ha convertido en la piedra en el zapato de las clases
dominantes apátridas, un hueso duro de roer, un partido consecuente que se
niega a ser domesticado. No nos seduce la zanahoria ni nos asusta el garrote,
pero advertimos del autoritarismo que está en marcha, de los oscuros planes de
una derecha temerosa y desesperada que apela al terror cuando siente que el
piso se le mueve.
No
es gratuita la campaña contra Gregorio Santos, ni los manejos para
desprestigiar la lucha del pueblo cajamarquino, ni la ofensiva contra el
magisterio, ni los acosos policiales y judiciales contra decenas de dirigentes
populares, ni los muertos a raíz de los conflictos sociales, ni los recortes a
la democracia a través de las declaratorias de estados de emergencia para
contener al movimiento popular. El autoritarismo es un recurso para imponer un
modelo que atenta contra el país y las mayorías, y que por tanto genera rechazo
y es fuente de conflictos sociales. Los plumíferos de la derecha cumplen su
papel de alentarlo, justificarlo, recurriendo a sus viejas cantaletas
anticomunistas.
Estas
maniobras no pasarán. La credibilidad de los medios de comunicación en manos de
la derecha cavernaria es nula en los sectores populares que adquieren cada día
mayor conciencia. Todos quienes queremos un país distinto debemos cerrar filas
contra el macartismo, la intolerancia, impedir que prosperen los planes de quienes
quieren descargar el garrote contra el pueblo y sus organizaciones políticas
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